Me encanta esta película aunque siempre sea difícil de ver. Con ella descubrí a la Magnani y a Pasolini. Ella, una bestia de la actuación en un personaje que es otra bestia del amor fino (el de la paciencia y más ingredientes), el que no está mediado por intereses de ningún tipo, y él, Pasolini, un magnífico creador.
Es una película de contenido social, como todas las del director, pero tiene muchos matices: la adolescencia y su desapego, la arrogancia que cubre las miserias, la necesidad de guías y el fracaso al que lleva su carencia; la maternidad bien llevada, que no es más que la entrega total de modo sincero y callandito; la Italia de la posguerra, vacía, raída, en blanco y negro. Me gusta esta película aunque no sea un placer verla.