Película que refleja a la perfección las constantes en las que se envuelve el supuesto cine independiente. La reiteración en temas y tratamientos terapéuticos en la que una y otra vez redundan este tipo de films logran que el personal asiduo a este tipo de proyecciones no se sorprendan ante lo que contemplan en la soledad de sus butacas.
A pesar de la opinión antecedente esta película puede considerarse como un ejemplo de buen cine norteamericano, disertando con humor e inteligencia sobre algunos temas que pueden resultar de interés para cierto sector de público en edad del pavo que abarrotan las multisalas un sábado por la tarde ante cantidades inustriales de palomitas recién hechas, siendo de justicia recomendar a los mismos el visionado de este film, alejado de otras producciones de muchísima menor calidad que compiten en espacio con esta que nos ocupa.
Película que pudiere alinearse con otras de idéntica temática, léase adolescentes embrazadas, en cuanto a argumento se refirere, difiriendo de éstas en su tratamiento, revestido con una ligera pátina de amargura en sus planteamientos.
Excelenta interpretación de Ellen Page, que logra trasmitir cierta sensación de desaorientación a la su ya de por sí desordenado personaje, administrando sacarmo y candidez a partes iguales, consiguiendo la empatía del espectador medio.
No menos interesante resulta el papel interpretado por Michael Cera, que logra trasmitir toda esa inocente estupidez que desborda todo adolescente psicológicamente estable.
Película en suma, recomendable para todo aquel que no haya cumplido los treinta y tantos, y desaconsejable para el que babee por las infumable sagas de American Pie.
Por último, me gustaría redundar en lo ya escrito en el título de la crítica, no aconsejando en absoluto este film para el espectador que ansía que le sorprendan, ya que no encontrarán en esta proyección motivo de satisfacción alguno.