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España España · teruel
Voto de simón:
8
Drama Sur de España, a finales de los 70. Miguelito Dávila es un joven de espíritu inquieto al que una enfermedad renal ha llevado a pasar una temporada en el hospital. Allí ha conocido a un hombre culto que le ha abierto la posibilidad de imaginar una vida mejor a través de la poesía, de la aventura interior. Miguelito piensa que un día podrá dejar su trabajo en una pequeña ferretería y ser poeta. En el verano en el que transcurre nuestra ... [+]
9 de marzo de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por el camino de los ingleses puedes ir al mundo entero, ser la persona que quieras ser, ir a dónde te imagines.
El camino de los ingleses se teje del mismo material con el que fabricas todos tus sueños, se construye asfaltado de ilusiones, discurre sereno hacia paisajes exuberantes, dibuja con trazos finos dejados deseos, te acerca a la felicidad a cada paso, a cada metro.
El camino de los ingleses conforma firme todos los anhelos, refleja en cada curva la luz de la fortuna, destella fulgor entre sus pasajeros, franquea vida en campos anejos e inunda de esperanzas esquivos empeños.
El camino de los ingleses saja las más gruesas cadenas, expulsa enquistados resentimientos, derriba altos muros, redime pecados, libera fantasías latentes y te acerca a tu propio cielo.
El camino de los ingleses impele a volar por cielos distantes, a explorar lugares desiertos; exhorta a viajar por caminos todavía no descubiertos, incita a conquistar refugios que aprisionaban viejos sueños.
El camino de los ingleses añora cuentos todavía no escritos, evoca historias no vividas, abarca vías no recorridas, musita al oído notas de todavía no compuestas melodías.
Por el camino de los ingleses brotan ilusiones, se columbran imposibles sueños, se avistan disyuntivas asombrosas, se advierten pasiones inesperadas, se divisan vidas, por fin, llenas de vida.
Por el camino de los ingleses se aleja la rutina de una vida sin vida, se pierde el resquemor acumulado del hastío del día a día, la desesperanza del que se desvía de la vía de la dicha; se oculta entre sus arcenes, el rencor del que no posee lo que anhelaría.
A todos, como a Miguelito, nos gustaría retener con fuerza en la memoria aquel momento fugaz en el que nos sentimos felices y que supimos que nunca más podría volver a repetirse.
A todos, como a Miguelito nos gustaría mirar de frente a la vida, nos gustaría recriminarle, desdeñosos, que al final no se había revelado como hubiesemos deseado.
A todos como a Miguelito, nos hubiese gustado que el camino de los ingleses nos condujese, finalmente, a la felicidad.
simón
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