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España España · teruel
Voto de simón:
7
Comedia. Drama Dos hermanos, Wendy (Laura Linney) y Jon (Philip Seymour Hoffman), que no se han visto durante años, se ven obligados a convivir de nuevo para cuidar de su padre enfermo, con el que no se hablaban desde hacía veinte años. (FILMAFFINITY)
7 de noviembre de 2008
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La familia Savages, otro film con pretensiones balsámicas y/o terapéuticas nacida del inveterado manual del buen cine independiente norteamericano, pienso, al leer su sinopsis en las diferentes publicaciones especializadas. Quizá, prosiguiendo en mis divagaciones, se trate de una suerte de pequeñas pinceladas, misceláneas, de otras notables obras similares del estilo: “Pequeña Miss Sunshine”, “Juno”, “Puedes contar conmigo”, “Algo en común” o “A Propósito de Schmith”, por citar sólo algunas recientes.
El inicio, ciertamente, no causa decepción, ofreciendo lo que previamente mi experiencia y sentido común había dibujado ya visualmente, en una sucesión de escenas que exhortaron sensaciones parecidas a las conquistadas con el visionado de films parecidos a los ya citados.
Así las cosas, poco a poco, fotograma a fotograma, con mucho esfuerzo y destreza, la película van ganando en intensidad, aportando con ingeniosidad gran dosis de frescura en un tipo de cine anclado en posiciones bastante más anquilosadas de lo que en un principio, tras un somero visionado, podría llegar a simular.
Cierto que habla, con maneras análogas a otras ya vistas, del gigantesco latigazo que supone el inopinado descubrimiento de una impenetrable muerte, sobre el inane romanticismo que desprende y el vacío que todo lo envuelve en un denso vaho y cubre como un pesado manto. Cierto que aborda y resuelve ciertos problemas de temática familiar con un talante parejo a títulos de menor calidad, próximos a infumables telefilms de sobremesa. Es verdad que habla, también de forma similar y con los mismos esquemas ya vistos en producciones recientes, sobre la pesadumbre de descubrir lo baladí de una huera existencia y la volubilidad de la esquiva felicidad; del impacto dañino del fútil paso del tiempo; sobre lo trivial de los contrariedades individuales; sobre el padecimiento de desafiar a pecho descubierto el pesado lastre que supone la anodina cotidianeidad; sobre las inextricables e insondables veredas de un futuro hostil a afrontar en la más ignominiosa y yerma soledad; y sobre, en definitiva las tribulaciones y dudas personales que supone la inaplazable búsqueda de respuestas ante las preguntas planteadas.
Cierto. Pero, a pesar de lo mismo, lo que no se puede soslayar es la indecente precisión con la que diserta y departe acerca de todos esos aspectos que algún día el ser humano, indefectiblemente, habrá de afrontar. ¿Qué somos?¿Hacia dónde nos dirigimos?¿Ha tenido sentido nuestra existencia?¿Hemos obrado de forma correcta?¿Qué significado tienen nuestros actos?¿Llegará el fin de mis días con la sensación de haber desperdiciado una vida?
simón
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