Tenemos a un duro veterano curtido en mil batallas, metódico hasta el extremo y acatador implacable de las normas. O sea, un cliché.

Tenemos a una joven novata, soñadora y con valores más tolerantes. O sea, un cliché.

Tenemos un escenario aislado lleno de malos malosos, sin ley, donde el duro veterano se va a jartar a matar extras hasta llegar al Final Boss al que oh, sorpresa, también liquida. O sea, un cliché.

Según pasa la película, el duro veterano se acabará ablandando ligeramente por la influencia de la joven novata soñadora. O sea, un cliché.

A su vez, la joven novata soñadora se acabará endureciendo ligeramente por la influencia del duro veterano. O sea, un cliché.

Cliché. Cliché. Cliché. Cliché. Cliché. Cliché. Cliché. Cliché. Cliché. Cliché. Cliché. Cliché. Cliché.

Lo bueno, que lo hay: Este juez Dredd es más fiel al personaje que el anterior de Stallone. Los jueces tienen que ser más burócratas que un funcionario de ventanilla, y más impasibles que un médico forense. Eso como punto de partida. Pero es que de ahí no pasa la historia. El personaje podía dar mucho más juego. Cambias el argumento a: Juez Dredd pasa el día en la galería de tiro, disparando mientras contrae la cara l-( en cada recarga. Y te queda una trama parecida, oye.

Lo dicho: otra vez será

Situación real:

- Ey, Karl Urban, me encantaste en tu papel de Juez Dredd!

- l-(