La mezcla de terror y comedia, y en concreto la de zombis y risas, se está haciendo casi un subgénero aunque confieso que ésta es la primera película que veo del mismo.

Opera prima de su director y con un elenco interpretativo en el que aparte de los cuatro protagonistas, Bill Murray hace un pequeño papel paródico de si mismo, el resto de los actores son zombies a montones. Pues de eso se trata, de que los zombies son la mayoría de los habitantes de unas ciudades devastadas y por allí campan a sus anchas buscando a quién hincarle el diente.

El prólogo, con la voz en off de Jesse Eisenberg, es de lo más divertido. El chaval cuenta como ha logrado sobrevivir con una serie de reglas que cumple y se visualizan escritas mientras mata a unos cuantos zombies. Cuando el resto de personajes se unen a su huida hacia ninguna parte, la historia se convierte en una road movie, y se le da más importancia a la historia de amor que a los sustos. No importa, porque llegamos a la parte final, en un parque de atracciones atestado de zombies que acosan a los buenos y que lleva al desenlace de esta montaña rusa de risas que me entretuvo sin mayores pretensiones.