Pese a conseguir la adaptación de una buena novela, Coixet parece perderse al intentar plasmarla al celuloide. La historia pierde fuerza a medida que transcurre el metraje, la relación entre Kingsley y Cruz no resulta en ningún momento creíble. No hay química entre ellos. En cuanto a la dirección Coixet se centra demasido en el interior de los personajes, cayendo en el error de enfatizarlo demasiado, llegando a resultar empalagoso tanto lirismo de imágenes y encuadres bellos, que no hacen más que almibarar la historia en exceso.