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España España · Málaga
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9
Western En Texas, dos años antes de estallar la Guerra Civil Americana, King Schultz (Christoph Waltz), un cazarrecompensas alemán que sigue la pista a unos asesinos para cobrar por sus cabezas, le promete al esclavo negro Django (Jamie Foxx) dejarlo en libertad si le ayuda a atraparlos. Él acepta, pues luego quiere ir a buscar a su esposa Broomhilda (Kerry Washington), esclava en una plantación del terrateniente Calvin Candie (Leonardo DiCaprio). (FILMAFFINITY) [+]
7 de febrero de 2013
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comienza la proyección: suena la ilustre canción de Django que compuso Luis Enrique Bacalov y vemos las letras de crédito más características del spaghetti western, con un desierto de fondo. No se puede hacer una declaración de intenciones más clara desde el principio. Tarantino prosigue su labor de homenajear continuamente a sus iconos cinéfilos y culturales. Esta vez, la visión es menos ecléctica: el género del spaghetti es el eje vertebrador para la formulación de esta propuesta.

"Django Unchained" es la nueva pirueta estilística y narrativa de una filmografía que ya se erige incuestionablemente entre las más atrevidas y originales. Sin embargo, en Tarantino siempre prevalecerá un cierto cariz clásico: sus historias están contadas con un pulso firme y ágil; parece imposible que una de sus películas presente un ritmo irregular. Partiendo de esta premisa, la mezcolanza de tonos y registros aparece como siempre lo hizo, ofreciendo un cine impactante, efectista (bendito efectismo...), bizarro y disparatado. Veo comprensible el desapego de un no despreciable número de espectadores hacia Tarantino: este tipo de directores suelen provocar cierta división. O los amas, o los vomitas. Pero queda clara una cosa, algo que no se le puede reprochar: Tarantino tiene un universo propio, paradójicamente tomado de otros universos dispares, que han convergido milagrosamente para constituir un imaginario y unas iconografias reconocibles, intransferibles. "Django unchained" no es más que la confirmación de esta regla, una película que no quiere ocultar su pretensión homenajeadora, su continuo guiño al precedente.

Acción dosificada y magistralmente rodada; primeros planos de los que nunca se abusa y que nos recuerdan directamente al genial Sergio Leone; diálogos triviales e irreverentes que anteceden a un torbellino de acontecimientos; constante uso del zoom (otra huella del spaghetti de los sesenta); violencia desencadenada y deliciosamente excesiva; guión detallista y virtuoso; puesta en escena maravillosamente sincronizada con un recital de encuadres que no son sino una pista más de este desaforado, deslumbrante ejercicio de estilo. Sumémosle, por cierto, el uso de la música que a tantos nos tiene asombrados: esta vez, Tarantino se regodea en un recorrido por la música paradigmática del spaghetti western (¡ese inclasificable tema de "Dos mulas y una mujer"!), salpicado de algún eco rap, tan desvergonzado como la diversión que Tarantino se esmera en proporcionar. Sobra, en mi opinión, la cámara lenta en la matanza de la casa Calvin, y esa riada de ketchup. Se lo perdonamos, quién lo duda. Ya contábamos con ello.

Declaro abiertamente mi disfrute durante el cameo de Franco Nero. "Deletréame tu nombre", le dice el italiano. Ay, guiños irónicos y oportunos. Qué revisión tan perfeccionada del antiguo film de Sergio Corbucci. Dice Jordi Costa que a "Django Unchained" le falta esa imagen poderosa de un hombre arrastrando un ataúd en mitad del barro. Es posible. Pero sería difícil olvidar el monólogo de Samuel L.Jackson mientras Jamie Foxx cuelga en una comprometida postura, o a un cazarrecompensas negro con gafas de sol redondas. En el spaghetti de 1966 los actores eran lacónicos e inexpresivos. Esta vez, asistimos a una compleja dirección de actores, capaz de engrandecer a unos Di Caprio y C.Waltz necesariamente sobreactuados, o a un Foxx contenido y temible. Además de ese retrato colectivo de gentes del sur, tan paletos, racistas y satirizados como era de esperar.

Qué formidable puedes llegar a ser, Tarantino. Hasta tu cameo encaja. Qué gozosa diversión puedes llegar a ofrecernos; qué despropósito de estética, de tiroteos, reacciones, conversaciones, actitudes, referencias. Locura, humor, talento a partes iguales. Y a raudales. Gracias por darle otra vuelta de tuerca al western (llámese southern), que ya lleva unas cuantas. Demuestra lo inagotable del género.
Dicen que Tarantino quizás no vuelva a dirigir otra película. Bah, rumores, quiero pensar. Que tarde cinco o seis años en volver. Pero que vuelva. A pesar de esa incipiente barriga, está en plena forma.
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