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España España · Barcelona
Voto de Glasshead:
9
Drama El veinteañero Julián es un exitoso diseñador de videojuegos que vive atormentado por un oscuro secreto. Cuando Diana aparece en su vida, Julián sentirá cercana la oportunidad de ser feliz.
30 de octubre de 2023
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me quede magnéticamente enganchado a esta película desde su comienzo. Y a pesar de su ritmo pausado, intimista y sin grandes sobresaltos. No me esperaba estar ante uno de los mejores filmes españoles que he podido ver en los últimos tiempos: uno de los más profundos, valientes y al mismo tiempo humildes. Una película que a través del personaje de Julián, le da la vuelta a la máscara que toda sociedad lleva puesta y muestra los gusanos que la corroen por dentro.

Julián, magníficamente interpretado por Nacho Sánchez, es un joven tímido, muy introvertido, sin apenas vida social, pero muy agradable con los demás, hasta el punto de llegar casi a buenazo. Es un ser humano sensible, una persona normal, salvo que enseguida descubrimos su secreto: se siente sexualmente atraído por los niños pequeños.

La ciencia sabe ya que la pedofilia, o que tu sexualidad se defina por la atracción hacia los niños, es una lotería genética, que te viene de serie y con la que vives desde que naces. La idea que tengo de los pedófilos es que seguramente la mayoría sean personas muy desgraciadas e infelices, obligados a ocultar sistemáticamente una parte importante de su personalidad y a sentirse marginados, aislados de todo y de todos. Y con una sexualidad reprimida que solo pueden desarrollar en sus fantasías. Ojo, no digo que esto último no deba ser así. Solo constato un hecho que me parece indiscutible. Julián es precisamente uno de estos tipos. Alguien que se ve obligado a cargar diariamente con su autoimagen de monstruo perverso, que no quiere hacer daño a nadie y que bastante tiene con sobrellevar lo que tiene.

La sociedad es hipócrita porque condena no solo a quien abusa de niños, sino a quien se siente atraído por ellos. Condena tanto al delincuente como al que ha tenido la mala suerte de nacer con esas inclinaciones. Julián, feliz solo cuando se inspira en sí mismo para moldear monstruos en una empresa de videojuegos, aterrorizado ante la idea de mantener sexo con mujeres, encuentra a alguien que podría escucharlo: una chica inteligente, con sus propios problemas y de aspecto aniñado, a quien se desvive por ayudar.

Cuando parece que los rayos del sol de la felicidad, de una vida más normal, van a entrar en su vida, todo se viene abajo y es entonces cuando la película resulta más escabrosa. En ese momento, ya has empatizado con Julián a pesar de sus inclinaciones. Y comprendes en todos los sentidos lo injusta, cruel y despiadada que es la sociedad cuando eres distinto, cuando, aunque no hagas daño a nadie, tus pautas se mueven lo quieras o no en otros territorios. Eres un proscrito y solo puedes vivir en el margen: o ahí, o en la cárcel. No hay más opciones.

Las decisiones que toma un Julián que adquiere plena conciencia de su condena, de su maldición, conducen a un final muy amargo, extremadamente duro, pero completamente honesto.

Una joyita del cine patrio que retrata con valentía un tabú frente al que no es posible a día de hoy ningún tipo de debate social. Un filme colmado de sensibilidad, de inteligencia y de humanidad, que emociona y agita a partes iguales. Una obra maestra.
Glasshead
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