Vince Vaughn, el muy cabrón, sale en esta película completamente transformado, y además, creíble, lo que hace pensar en que este grandullón podría haberse rapado la cabeza años antes y triunfar en el mundo de la acción. Se come la pantalla, es evidente, resulta un personaje muy bien planteado, con sus principios y motivaciones.

Algo que no tenía la anterior película de Zahler: un personaje de este peso. Bone Tomahawk, sin embargo, era extrañamente atractiva en su mezcla de western clásico y serie B, pero la composición, la integración de las dos partes, no estaba tan lograda como en ésta que nos ocupa. En realidad, parecían dos películas distintas en una, con un contraste muy fuerte entre ellas, y pese a todo, lograba mantener el interés porque esa mezcla resultaba tremendamente original.

En Brawl in Cell Block, el director perfecciona la fórmula, y la película empieza con un cierto tono documental, dramático, en el que poco a poco van entrando los aspectos más violentos y "trash", y el argumento, y el aspecto en general de toda la película, tanto visual como de acción, se va retorciendo hacia una pesadilla brumosa y cazallera. Me gusta mucho el cambio progresivo de ambientes, el descenso del protagonista en ese mundo cada vez más de dibujos animados, sin caer en el cartón piedra que lastraba la última parte de Bone Tomahawk.

Además, resulta absolutamente entretenida, mantiene la maldita atención todo el rato, no puedes dejar de verla hasta que termina.

Veo una muy clara progresión, un perfeccionamiento de una manera de entender el cine, un estilo único, y veo que en el horizonte, Craig Zahler probablemente esté dibujando una obra maestra para su siguiente película.