A veces la vida nos regala series como ésta. Series que nos ayudan a soportar la rutina y el vacío de cada día, pues sabemos que esa noche nos esperan al menos un par de horas, un par de capítulos en los que ya nada importará lo más mínimo, ni ese jefe abusón, ni esa chica guapa que nos ignora, ni ese familiar perdido y añorado hace años... A veces, solo a veces, una guionista es capaz de construir un universo que nos es conocido y ajeno a la vez, ese Seattle perpetuamente lluvioso y ojeroso (quién demonios querría vivir allí), esos polis llenos de defectos y tan infelices con sus vidas como los delincuentes a los que persiguen, esos niños ricos tan pobres en principios y tan necesitados del afecto de los demás... Está claro que esto solo puede pasar a veces, si no este mundo no sería el mismo de siempre...

Y más allá de todo esto, está la mirada de esa pelirroja dura y atormentada, esa espléndida detective de investigación que se toma cada caso como si le fuera la vida en ello... Y así le va... No entiendo como una actriz puede alcanzar tal grado de compenetración con un papel hasta el punto de que cada vez que la miras a los ojos no puedes ver otra cosa que un ser humano lleno de incertidumbres, dolor y rabia, una mujer llena de heridas y cicatrices de la infancia, un ser inteligente, fuerte pero vulnerable, que no teme a nadie más que a sí misma... Y todo esto es capaz de transmitirlo la mayoría de las veces sin decir una sola palabra, tan solo con la intensidad de esa mirada que creo que no voy a olvidar mientras viva.

Qué puedo decir de esta serie... Hay críticas muy buenas por aquí, a mí tan solo me gustaría hablar de emociones, de sensaciones, de imágenes (de eso va esto del cine, creo)... Me quedo sobre todo con ese final. Vaya final. La mayoría de las series van desfondándose con el paso de las temporadas, los guionistas buscan el más difícil todavía y las situaciones se vuelven inverosímiles, los actores están cansados al igual que los espectadores. Pero en este caso, la serie va a más, cada temporada es mejor que la anterior, los momentos ligeramente tediosos de la primera temporada desaparecen y quedas hipnotizado y literalmente enganchado con las vidas privadas y los casos que investigan esa improbable pareja de detectives. Pero, ante todo, el final es perfecto, el círculo se cierra y todos quedamos satisfechos. Qué hermoso ver una serie que termina en lo más alto, sin desfallecer, en plena brillantez de su guionista, como esas jóvenes vírgenes que eran inmoladas para preservar el bien común.

Muchas gracias, Sarah Linden, por estas cuatro temporadas en las que me has concedido el privilegio de tu compañía. Te deseo de todo corazón que seas al fin feliz en esta nueva etapa de tu vida, que aprendas a dejarte llevar y a confiar en tu pareja, que te relajes y aceptes que otro ser humano puede amarte tal como eres. Muchos de nosotros lo hemos hecho y seguro que alguno es digno de ti.

Un beso, pelirroja. No sé qué va a ser de mis noches sin ti...