Once años viendo capítulos de esta serie representa una auténtica declaración de principios. Reírse de uno mismo y hacerlo sin tapujos es virtud meritoria que no aparece frecuentemente.
La serie se desarrolla por los lindes de lo extraordinario, roza lo sublime y siempre lo cuenta todo con la sencillez de lo que, por evidente, debía parecer claro sin necesidad de explicaciones.

Su hiriente mordacidad, su desvergonzada ironía, su fina sagacidad o su resuelta comicidad se erigen en aliados perfectos para se justifique plenamente revisar la colección completa.

Más de una vez.