Empecé a ver con escepticismo este film debido a que la temática vampírica me tiene harto, creyendo en parte que a lo mejor me encontraba ante algo como "Crepúsculo" o algún intento de modernizar el género sin más pretensión que entretener. Puede que en parte mi voto final se deba a las pocas expectativas que tenía pero no se puede obviar esta pedazo de película en la que por primera vez se trata al vampiro como lo que sería, un ser humano con una enfermedad muy particular. Con alguna superstición de más, al verla descubrirás el lado tierno, el lado humano que tan de lado se ha dejado en el mundo de los vampiros, por llamarlos de alguna manera.

A través de los ojos de un niño de 12 años con problemas y una vampiresa de la misma edad teórica, descubrirás otra vez ese primer amor adolescente, esos primeros pasos a hacia la madurez en los que uno no puede evitar revelarse contra el entorno en busca de un hueco donde hacerse un hombre.

Es una película íntima, sensible y realizada con una perfecta armonía entre las situaciones más tiernas y el ansia de sangre que la pobre chica anhela tanto como si tú llevaras 3 días sin comer. Podría haber sido cualquier enfermedad, pero eligieron una tan romántica como efectiva.

Sensible, íntima y cuando quiere recordarte que un vampiro mata para comer, lo hace con gran fuerza.