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España España · Madrid
Voto de Servadac:
3
Ciencia ficción. Intriga Año 2073. Hace más de 60 años la Tierra fue atacada; se ganó la guerra, pero la mitad del planeta quedó destruido, y todos los seres humanos fueron evacuados. Jack Harper (Tom Cruise), un antiguo marine, es uno de los últimos hombres que la habitan. Es un ingeniero de Drones que participa en una operación para extraer los recursos vitales del planeta. Su misión consiste en patrullar diariamente los cielos. Un día, rescata a una ... [+]
9 de enero de 2014
44 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lev Kuleshov, maestro de lumbreras cinematográficas como Eisenstein o Pudovkin, dio su nombre a una de las herramientas más potentes de la sintaxis cinematográfica: el efecto Kuleshov.

El efecto Kuleshov consiste en la comprobación de cómo afecta la alternancia de imágenes a la percepción que tiene de ellas el espectador. Si se muestra un plato de sopa y luego un primer plano de la cara neutra de un actor, tendremos la impresión de que el rostro del actor refleja hambre o ganas de comer; si anteponemos a ese mismo rostro la imagen de una niña que juega, el rostro parecerá esbozar una sonrisa; si la imagen precedente es una mujer en el interior de un ataúd, percibiremos en ese mismo rostro el dolor o la tristeza.

Una misma imagen (el rostro neutro de un actor) es percibida de manera distinta según la imagen con que se la asocie. El espectador proyecta en lo que ve sus propias emociones.

El efecto Kuleshov ilustra la enorme potencia del montaje. Una lección bien aprendida por los grandes cineastas de la URSS.

Desde los inicios de la Guerra Fría, los EEUU han tratado de contrarrestar la fuerza del efecto Kuleshov. Y, finalmente, la mecánica de Hollywood lo ha conseguido: el antídoto no es otro que Tom Cruise.

En ‘Oblivion’ dan lo mismo las imágenes que se asocien, antes o después, a los primeros planos de Jack Harper: su rostro –siempre el mismo– NO EXPRESA NUNCA NADA.

Tom Cruise, prodigio de anti-interpretación, es impermeable al sentimiento. En su rostro no hay ira, ni dolor, ni pena ni alegría. Sólo una máscara de cera que anula por completo cualquier atisbo del efecto Kuleshov.

Enhorabuena Tom, tú eres el arma.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Servadac
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