De manera similar (pero no igual) a lo hecho con Maléfica, Disney nos trae la historia del origen de otra de sus más famosas villanas: Cruella de Vil.

Luego de una breve introducción de su infancia y una serie de acontecimientos que servirán de pretexto para su futura transformación, la película nos muestra cómo una joven estafadora se las ingenia con sus dos amigos para entrar a trabajar en el mundo de la moda, su pasión. Una vez instalada allí, Cruella empezará a rivalizar con la Baronesa, número uno en el ambiente, en lo que terminará siendo una batalla de renovación de figuras a la vez de un saldo de cuentas, ya que algo de su pasado las une.

A decir verdad, no me esperaba algo así de la compañía orejona. No es una historia infantilizada (al menos no en demasía) ni ata a la justificación del personaje la idea de que en realidad es una buena persona pero incomprendida, como en el caso de Maleficent. Si bien la protagonista, encarnada muy dignamente por Emma Stone, es empujada por causas tal vez nobles, lo son sólo para con ella o los suyos, no deja de lado su naturaleza perversa (ya sea desde la travesura hasta la maldad misma). Y su antagonista, interpretada de forma magistral por Emma Thompson, tiene esa clara referencia a Miranda Presley, pero sólo por el rubro al que se dedica y la posición que ocupa, pues mientras el personaje de Meryl Streep solo se mostraba así para reflejar fortaleza, ésta es directamente malvada.

La película está ambientada en el Londres de los años ‘70 y tiene todo ese espíritu rebelde del nacimiento del punk, aunque estéticamente yo lo encuentro más asociado al estilo Glam Rock. Los vestuarios y el maquillaje son una cosa espectacular (nominación Oscar, ya te siento), complementados con un despliegue de producción impresionante. Si bien supera las dos horas, el frenético montaje hace que no se sientan. Y si algo le faltaba, es un soundtrack de la hostia con hitazos rockeros de la época.

No es perfecta, presenta algunas falencias como vueltas poco desarrolladas o sobrecarga musical en algunas escenas, pero que no opacan el increíble viaje audiovisual que propone. Sin dudas es lo mejor que ha entregado Disney en los últimos años, sobre todo en esta etapa de llevar sus clásicos al live action.