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Voto de Jose_Lopez_5:
6
5,8
12.887
Ciencia ficción. Acción
En la sociedad del futuro el concepto del concurso de televisión es llevado a un extremo cruel. Los concursantes, la mayoría prisioneros obligados a participar, deben huir de matones en un terreno restringido, seguidos por las cámaras y una audiencia sangrienta. Ninguno sobrevive para recoger el premio hasta que un hombre injustamente acusado, Ben Richards (Arnold Schwarzenegger), empieza a ganar a los asesinos y a tener el apoyo de la ... [+]
23 de julio de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra de las películas clásicas de Schwarzenegger durante los 80.
Una producción pobremente basada en la obra homónima de Stephen King (bajo pseudónimo de Richard Bachman) que ha sido acusado, y no sin razón, de parecer un videojuego. No en vano, los personajes avanzan nivel a nivel, enfrentándose al malo de turno hasta llegar al premio final.
En general está mal considerada, aunque yo suelo ser magnánimo con ella. Valoro positivamente los momentos escasos en los que el guion hace predicciones sobre la sociedad y la televisión. Uno, cuando presenta un país dominado por las desigualdades extremas, ya que la actual casi desaparición de la clase media puede verse como una forma suave de ese vaticinio. Dos, el atontamiento social causado por la televisión, en donde un "reality show" es llevado a sus últimas consecuencias. ¿Acaso no es una variante aberrante de lo que ya tenemos? Y tres, el sadismo de una sociedad para sus congéneres, muy semejante a los telespectadores actuales de telebasura y a los linchamientos en Internet.
Existe un cuarto detalle, aunque muy reciente, que es el uso de los "deep fake" para manipular de manera realista y en tiempo real las caras en los vídeos. En su momento pareció un desvarío, pero desde hace un par de años es una realidad que la película clavó.
A ello tengo que sumar la caracterización del presentador, un hijo de perra como él solo, así como el gustito que da ver al austríaco impartiendo un poco de justicia, aunque tenga siempre ese toque vengativo moralmente punible. Qué le vamos a hacer, todos tenemos dentro un pequeño fachilla pujando por salir, y hay que darle algún placer culpable. Y sí, María Conchita Alonso estaba muy guapa. Qué pena cómo ha terminado.
La salvo de la quema, aunque en justicia pertenezca al grupo de las flojas de Arnold durante su edad dorada.
Actualización 16-Julio-2002: véase spoiler.
Una producción pobremente basada en la obra homónima de Stephen King (bajo pseudónimo de Richard Bachman) que ha sido acusado, y no sin razón, de parecer un videojuego. No en vano, los personajes avanzan nivel a nivel, enfrentándose al malo de turno hasta llegar al premio final.
En general está mal considerada, aunque yo suelo ser magnánimo con ella. Valoro positivamente los momentos escasos en los que el guion hace predicciones sobre la sociedad y la televisión. Uno, cuando presenta un país dominado por las desigualdades extremas, ya que la actual casi desaparición de la clase media puede verse como una forma suave de ese vaticinio. Dos, el atontamiento social causado por la televisión, en donde un "reality show" es llevado a sus últimas consecuencias. ¿Acaso no es una variante aberrante de lo que ya tenemos? Y tres, el sadismo de una sociedad para sus congéneres, muy semejante a los telespectadores actuales de telebasura y a los linchamientos en Internet.
Existe un cuarto detalle, aunque muy reciente, que es el uso de los "deep fake" para manipular de manera realista y en tiempo real las caras en los vídeos. En su momento pareció un desvarío, pero desde hace un par de años es una realidad que la película clavó.
A ello tengo que sumar la caracterización del presentador, un hijo de perra como él solo, así como el gustito que da ver al austríaco impartiendo un poco de justicia, aunque tenga siempre ese toque vengativo moralmente punible. Qué le vamos a hacer, todos tenemos dentro un pequeño fachilla pujando por salir, y hay que darle algún placer culpable. Y sí, María Conchita Alonso estaba muy guapa. Qué pena cómo ha terminado.
La salvo de la quema, aunque en justicia pertenezca al grupo de las flojas de Arnold durante su edad dorada.
Actualización 16-Julio-2002: véase spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Actualización 16-Julio-2022:
Tras volver a verla no puedo dejar de pensar que esta película es mejor de lo que parece. Ya no es solo que anticipase el uso de los "deep fakes" sino que, aun sin ser la pionera, volvió a exponer el nivel de sadismo de las masas y la manipulación de los medios que a diario contemplamos.
Ver cómo se erige un relato falso con el apoyo de la tecnología del momento (la TV lo pareció todo en los 80), observar cómo la masa se traga la bola sin chistar, alterar historias para tornarlas maníqueas, inventar héroes y malvados... Nada de eso es nuevo pero, gracias al esfuerzo denodado de los periodistas y a Internet, se ha alcanzado un nivel inaudito de manipulación, así como una rapidez extrema en lograrlo.
Asimismo, la reacción del público, ora a favor, ora en contra, virando cual barco de guerra, es otro detalle crucial. Un público que no es en absoluto inocente, sino sádico, cruel y con una existencia miserable, tanto por acción como por omisión. Si el protagonista abriese fuego contra ellos, razones tendría, pero quedaría criminal. Lo vemos a diario en los juicios que los medios, los usuarios de Internet en general, y los de las redes sociales en particular, practican casi de inmediato. Gente convertida en parias porque unos pocos miles de tarados patalean a causa de una opinión o un chiste, o merluzos encumbrados al éxito en nombre de una adoración irracional.
Salvo en el caso del "deep fake", "Perseguido" no es original en estas cuestiones, pero las abordó, y predijo un futuro que, si se le retira el barniz ochentero y un simplismo del que no puede desprenderse, se parece demasiado al presente. Es triste admitirlo, pero pierde enteros al caer en las mismas trampas que denuncia. No obstante, creo que pedirle más a sus responsables lo mismo es excesivo.
Ironías de la vida, Arnold, el tipo que protagoniza esta historia, es quien más ha embaucado al público y más ha aplicado la máxima de darle lo que quiere. Es la complejidad de la realidad, sin santos ni demonios. Pero que eso no nos sirva para excusar a quienes han optado por abrazar el lado más ruin del ser humano.
Por todo lo dicho, y aunque hay trabajos mucho mejores y más formales, defiendo que esta cinta no debe caer en el olvido. Y sí, el discurso final de Killian debiera estar grabado en piedra para que a todos se nos abra una úlcera. No da para mucho, pero ese mentiroso nunca dijo mayores verdades en su vida.
Tras volver a verla no puedo dejar de pensar que esta película es mejor de lo que parece. Ya no es solo que anticipase el uso de los "deep fakes" sino que, aun sin ser la pionera, volvió a exponer el nivel de sadismo de las masas y la manipulación de los medios que a diario contemplamos.
Ver cómo se erige un relato falso con el apoyo de la tecnología del momento (la TV lo pareció todo en los 80), observar cómo la masa se traga la bola sin chistar, alterar historias para tornarlas maníqueas, inventar héroes y malvados... Nada de eso es nuevo pero, gracias al esfuerzo denodado de los periodistas y a Internet, se ha alcanzado un nivel inaudito de manipulación, así como una rapidez extrema en lograrlo.
Asimismo, la reacción del público, ora a favor, ora en contra, virando cual barco de guerra, es otro detalle crucial. Un público que no es en absoluto inocente, sino sádico, cruel y con una existencia miserable, tanto por acción como por omisión. Si el protagonista abriese fuego contra ellos, razones tendría, pero quedaría criminal. Lo vemos a diario en los juicios que los medios, los usuarios de Internet en general, y los de las redes sociales en particular, practican casi de inmediato. Gente convertida en parias porque unos pocos miles de tarados patalean a causa de una opinión o un chiste, o merluzos encumbrados al éxito en nombre de una adoración irracional.
Salvo en el caso del "deep fake", "Perseguido" no es original en estas cuestiones, pero las abordó, y predijo un futuro que, si se le retira el barniz ochentero y un simplismo del que no puede desprenderse, se parece demasiado al presente. Es triste admitirlo, pero pierde enteros al caer en las mismas trampas que denuncia. No obstante, creo que pedirle más a sus responsables lo mismo es excesivo.
Ironías de la vida, Arnold, el tipo que protagoniza esta historia, es quien más ha embaucado al público y más ha aplicado la máxima de darle lo que quiere. Es la complejidad de la realidad, sin santos ni demonios. Pero que eso no nos sirva para excusar a quienes han optado por abrazar el lado más ruin del ser humano.
Por todo lo dicho, y aunque hay trabajos mucho mejores y más formales, defiendo que esta cinta no debe caer en el olvido. Y sí, el discurso final de Killian debiera estar grabado en piedra para que a todos se nos abra una úlcera. No da para mucho, pero ese mentiroso nunca dijo mayores verdades en su vida.