Las películas sobre robos son casi tan antiguas como el propio cine. Tanto, que ya el código Hays dedicaba una referencia a ellas indicando que no se debían dar detalles específicos sobre cómo cometerlos. ¡Ains!, EE.UU. y su cacareada libertad de expresión defendida a golpe de censura. ¿No es bonita la hipocresía de ese país?

Decía que el cine de robos es viejo, muy viejo, y, como tal, luce numerosos representantes. Quizás uno de los más conocidos sea "La cuadrilla de los once" (1960), que de tan aceptable remake gozó en el 2001 bajo el título, ahora sin traducir, de "Ocean's eleven". Grupo de machotes carismáticos enfrascados en robar a un cretino por amor al dinero. Bandolerismo contemporáneo con los ojitos de Clooney y Pitt. Por ello, nadie se rasgará las vestiduras al descubrir que, una década después, se inventaron este sucedáneo protagonizado por inútiles. Porque "Un golpe de altura" (2011) es eso, un "Ocean's eleven" en un rascacielos ejecutado por un grupo de perdedores capitaneados por un líder imposible, Ben Stiller.

¿Y cuál es el resultado? Pues uno pobre, porque la película apenas se sostiene. Ni Stiller da el pego como líder de un grupo de delincuentes, ni Murphy interesa con su cargante histrionismo de siempre, ni el resto del elenco es digno de mención. Bueno, sí, Broderick sí que merece ser citado, pero para mal. Anda que no han pasado ya años desde sus éxitos ochenteros, y mira que ha interpretado personajes patéticos en este tiempo. Porque si hay algo que define a su personaje es el patetismo que exuda en cada plano. De pena. En cuanto a la historia, es una chorrada superlativa salpicada de hechos inexplicables, casualidades que favorecen el discurrir del plan, y un Adam Alda con una cara de muerto que tira para atrás. Otro al que es necesario buscar en la década de los 70 para hallarlo haciendo algo potable. Y a Tea Leoni mejor verla de putoncete en "Dos policías rebeldes" (1995). Igual de cutre, pero al menos más cachonda por entonces.

En resumen, otra película de robos. Empieza siendo un drama, juguetea con la comedia, y termina siendo una historia indefinida. Hasta el final es absurdo (véase spoiler 1).