Algo tan insignificante como un trozo de tela acabó con la amistad entre dos de los mejores jugadores europeos de todos los tiempos. Escasos, pero fatídicos fueron los segundos en los que Vlade Divac abandona la 'piña' que forman sus compañeros en el centro de la cancha para acercarse hasta la grada, discutir con un aficionado, quitarle una bandera y tirarla al suelo. El problema es que no era una bandera cualquiera, era una bandera de Croacia, el país de muchos de sus compañeros de selección, entre ellos Petrovic. Este incomprensible gesto impulsado por un destino cruel empañó un momento de felicidad absoluta y truncó una amistad que nació unos años antes. El atronador eco de las bombas y la prematura muerte en accidente de tráfico del 'Genio de Sibenik' impidió que Divac y Petrovic mantuvieran una conversación que quedó pendiente para siempre, evitando su reconciliación. Casi dos décadas después, Divac vuelve a la tumba de su amigo y le pide perdón en un acto de expiación que redondea un magnífico documental sobre una historia tan triste como humana.