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7
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Drama. Romance
El hijo de un humilde herrero sueña con convertirse en caballero. Cuando es enviado a Londres a estudiar gracias al dinero de un benefactor anónimo, ve la oportunidad de conquistar a la joven de la que está enamorado desde niño. La chica es sobrina de una vieja aristócrata perturbada que la ha educado para hacer sufrir a los hombres. Nueva adaptación de la novela homónima de Dickens. (FILMAFFINITY)
27 de marzo de 2013
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Hay películas que tienen todos los ingredientes para atrapar a crítica y público, pero acaban pasando desapercibidas. Eso es lo que ha ocurrido con Grandes Esperanzas, la enésima adaptación del clásico de Dickens. Mike Newell, un director tan competente como poco brillante, es incapaz de insuflar vida al relato y aportar algo nuevo. La anterior versión cinematográfica, realizada por Alfonso Cuarón en 1998, al menos ofrecía una nueva perspectiva situando la acción en el presente.
En el cine actual proliferan los remakes y las adaptaciones literarias, sinónimo de la falta de ideas de la industria. Para colmo se arriesgan a despertar comparaciones que no pueden resistir. En 1946, uno de los mejores directores de la historia, David Lean, rodaba su propia versión de Grandes Esperanzas (titulada en España Cadenas Rotas). Intentar igualar la maestría del creador de Lawrence de Arabia o Doctor Zhivago es un atrevimiento casi kamikaze.
El universo de Dickens es tan rico que el cine bebe de sus fuentes una y otra vez. Uno de los últimos en atreverse fue Roman Polanski con su infravalorada Oliver Twist. El director polaco supo darle su particular toque malsano, creando una película poco apta para la ‘disneyana’ infancia actual. En Grandes Esperanzas, la magnífica fotografía de John Mathieson atrapa el estilo gótico de Dickens, pero Newell no consigue ser todo lo siniestro que debería.
En el cine actual proliferan los remakes y las adaptaciones literarias, sinónimo de la falta de ideas de la industria. Para colmo se arriesgan a despertar comparaciones que no pueden resistir. En 1946, uno de los mejores directores de la historia, David Lean, rodaba su propia versión de Grandes Esperanzas (titulada en España Cadenas Rotas). Intentar igualar la maestría del creador de Lawrence de Arabia o Doctor Zhivago es un atrevimiento casi kamikaze.
El universo de Dickens es tan rico que el cine bebe de sus fuentes una y otra vez. Uno de los últimos en atreverse fue Roman Polanski con su infravalorada Oliver Twist. El director polaco supo darle su particular toque malsano, creando una película poco apta para la ‘disneyana’ infancia actual. En Grandes Esperanzas, la magnífica fotografía de John Mathieson atrapa el estilo gótico de Dickens, pero Newell no consigue ser todo lo siniestro que debería.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El problema de adaptar una novela tan voluminosa como Grandes Esperanzas es que los acontecimientos se aceleran hasta el punto de rozar el folletín en algunos momentos. La trabajada puesta en escena no oculta la falta de corazón de esta versión, que no consigue acelerar las pulsaciones de los espectadores pese a contar con todos los ingredientes para hacerlo. Desde un amor imposible hasta un convicto en busca de redención, pasando por una mujer consumida por la venganza.
El talento de los actores británicos es un punto a favor de la película, con mención especial al atormentado Magwitch que encarna Ralph Fiennes. Su mirada es capaz de transmitir una enorme ristra de sentimientos, desde el terror hasta la compasión. Helena Bonham Carter parece encasillada en sus extravagantes papeles siempre envuelta en trajes de época. El joven Jeremy Irvine, descubierto por Spielberg en War Horse, no emociona y su partenaire, Hollyday Grainger, es tan fría que uno no sabe si alabar o criticar su actuación.
Lo mejor: La fotografía y Ralph Fiennes.
Lo peor: Su falta de riesgo.
El talento de los actores británicos es un punto a favor de la película, con mención especial al atormentado Magwitch que encarna Ralph Fiennes. Su mirada es capaz de transmitir una enorme ristra de sentimientos, desde el terror hasta la compasión. Helena Bonham Carter parece encasillada en sus extravagantes papeles siempre envuelta en trajes de época. El joven Jeremy Irvine, descubierto por Spielberg en War Horse, no emociona y su partenaire, Hollyday Grainger, es tan fría que uno no sabe si alabar o criticar su actuación.
Lo mejor: La fotografía y Ralph Fiennes.
Lo peor: Su falta de riesgo.