Ayer vi de nuevo Cotton Club -que ya vi en el cine el día de su estreno- y volví a tener la misma sensación: su puesta en escena es extraordinaria, operística, con un elenco de actores que quita el hipo, con un vestuario y shows musicales geniales, pero todo sin sustancia, sin profundidad ni nada.

Es una película cuyo guion me resulta confuso, donde salen personajes que entran y salen y que nunca sabes por qué. Hay una cosa que me resulta especialmente irritante y es que ofrece una visión aséptica de Harlem, con calles limpias como los chorros del oro, sin bullicio, ni prostitutas, ni borrachos. Parece una zona aristocrática, no una área caliente y con malas gentes. ¿Quién se cree eso? Harlem, es sabido, apestaba a humo y alcohol en sus calles, como queda reflejado en tantas películas de los años 50 ambientadas en la misma época.

En resumen, la película es un acercamiento aristocrático y sin alma al Harlem de los años 20. Se trata, pues, de un vídeo-clip extraordinario, pero vacuo de la mafia.