Recuerdo cuando una madrugada salí del cine de ver “El proyecto de la Bruja de Blair” sin saber muy bien que opinar de ella. Con una edad mucho más impresionable que ahora, no sabía si me había asustado en algún momento o ese dolor de estómago y esa sensación de agonía era por el mareo de los movimientos de cámara. Más de una década después y unas cuantas decenas de películas basadas en el mismo concepto, llega V.H.S. no se si pretendiendo resultar novedosa o qué, pero no la veo disfrutable más allá de si la ves en una sala de cine rodeado de gente impresionable que no para de gritar e igual al final te contagias o al menos te ríes un rato.

Un grupo de jóvenes gamberros van a una casa a robar una cinta vhs por encargo. Se encuentran muchas y mientras intentan discernir cual es la que les piden, van reproduciendo alguna de las halladas que será a su vez los relatos independientes que el espectador vea, conformando todos ellos la película que nos ocupa. El concepto es básico y como digo más que explotado. Soy de los que piensa que una película no tiene por qué inventar algo nuevo (de hecho es difícil a estas alturas) pero que al menos lo que haga, lo haga bien. Aquí básicamente cada relato coge la fórmula de gente hablando de trivialidades (con en casi todos los relatos personajes y diálogos estúpidos) y cuando ya te estás durmiendo de lo poco que te interesa, meter un giro / susto final, que intenta resultar perturbador a la vez que sorprendente y en la mayoría de veces se queda en ridículo. Da para análisis exhaustivo las reacciones, comportamientos y secuencias que se apartan de lo natural y se adentran en lo surrealista e inverosímil con tal de justificar lo que nos quieren contar o para que los protagonistas vayan muriendo, por supuesto de forma merecida.

Baño de sangre, cutrerío y clichés para aburrir, solo salvándose alguna cosa de los dos últimos relatos y la obsesión de sus directores por los pechos grandes.

Nota: 3.5