Nicholas Angel (Simon Pegg); un policía londiense apto, eficiente, inteligente y honorable; es transferido a la comunidad rural de Sandford debido al celo profesional de sus compañeros y superiores. En este lugar tranquilo su compañero será Danny Butterman (Nick Frost); oficial gordito, torpe y fanático de las cintas de acción; con quien irá descubriendo, en medio de una disparatada ola de sucesos inesperados, que un asesino en serie anda suelto y… nada más vale la pena mencionar con el ánimo de no arruinar las numerosas sorpresas que se reserva el film.

La mayor fortaleza de “Hot Fuzz” radica en el guión, el mismo que refresca la vieja broma de “la pareja dispareja” y la ajusta a un contexto espacial y cultural del que los escritores son bien conocedores; se permite hacer un comentario interesante respecto de la discriminación de la que es víctima quien hace bien su trabajo en un ambiente laboral mediocre; critica con agudeza el estilo de vida de las comunidades pequeñas y cerradas donde nunca falta el grupo de fariseos con ideas más o menos fascistas que desea mantener, a ultranza, el status quo en mérito de un bienestar común artificial; desarrolla con ingenio absolutamente a todos los personajes dotándolos de comicidad, humanidad y rasgos singulares; además, el buen uso de los “gags” abunda (como en “Los Simpson”) y en honor a esto la única opción es reír mucho. Todo aquello, como si fuera poco, está acompañado de recursos visuales impactantes semejantes a los del videoclip, del cine “gore”(2) (relajados con un toque de “Scary Movie”) y, a manera de broma, de las típicas películas de acción hollywoodenses tipo “Lethal Weapon” y “Die Hard.”