La serie es mala pero engancha, engancha pero es mala. Como se quiera. Bien. Lo que es de admirar y de agradecer es que no defrauda: cumple lo que promete, ni más ni menos. Es un culebronazo con todos los ingredientes necesarios para clavarte al sillón y hacerte sentir vergüenza ajena, a partes más o menos iguales.
Creo que lo mejor de la serie es Emilio Gutierrez Caba. El resto de los actores se mueven entre un pasable y un suspenso total. De entre estos últimos merecen mención especial Tristán Ulloa, cuya paleta de matices interpretativos no tiene nada que envidiar a la de un cadáver, y Ángela Molina, que cuando habla no habla sino que plañe, lloriquea, le canturrea por soleares a la Virgen del Rocío. Insoportable.

La coda de esta crítica va dirigida a todos los sopranoadictos, thewireadictos, breakingbadadictos y demás plastas: que sí, que HBO es dios y en comparación las series españolas son una caca de perro pisoteada, pero dejadlo ya por dios, dejad de sacarlas a colación cada vez que escribís una crítica aquí. Es que ¿sabéis qué pasa? Que todos decís lo mismo y ya cansáis un poquito.