No me gusta hacer críticas negativas de películas que no me han gustado y prefiero dedicarme a hacer críticas de las que me han sorprendido, contando el porqué, pero en este caso voy a hacer una excepción.

Un guión muy pobre, facilón y cursi, entrelazando tres historias insípidas, con personajes trasnochados, ñoños y poco creíbles, rozando el ridículo, unidas por el lazo común de la bicicleta.

¿Alguien se puede creer que un chaval de 12 años cambie su moderna bicicleta por otra de señora de los años 70 hecha con chatarra de otras bicicletas y que cuando su pandilla la ve, le digan que es muy chula? ¿O que este mismo niño, hijo de una familia obrera pero sin necesidades, se dedique a trapichear con drogas para comprarse unas chucherías y encima “chulee” al camello? No citaré las otras dos historias, todavía más ridículas, para no dar spoilers.

De la interpretación de los actores solo se salva Pilar Bardem con aprobado justito pues de los demás no se salvan ni los niños, aunque en su caso no son ellos los culpables sino la dirección que no ha sabido aprovechar su espontaneidad.

La fotografía es pobre y parece filmada con una cámara de televisión y no de cine. De una forma yo diría que obsesiva, casi todas las tomas son a contraluz y para rematar el cuento de hadas, en plena ciudad de Valencia apenas circula ningún coche y hasta los descampados están más limpios que los jardines de La Zarzuela. Le pones un viejo sofá y dos sillones allí y ya tienes un descampado para que se reúna la pandilla de niños, cuyos personajes más parecen los repipi de la serie “Ana y los 7” que los personajes “duros” que nos pretenden vender. E insisto en que los actores no tienen ninguna culpa pues ellos hacen lo que les marca el director.

En resumen, no hay por donde salvarla. Como dice otra crítica aquí mismo, es increíble que esta película haya encontrado hueco en las pantallas mientras películas independientes, de calidad, con ideas, nunca verán la luz por no tener “padrinos” o subvenciones de los organismos públicos.