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El Salvador El Salvador · Klendathu
Voto de Especialista Mike:
6
Drama Narra la historia del arzobispo salvadoreño Oscar Romero, que desde su importante cargo eclesiástico se dedicó sin temor a criticar la desigualdad social y la represión del gobierno de El Salvador, y que murió asesinado en el año 1980, en los comienzos de lo que sería la Guerra Civil Salvadoreña. (FILMAFFINITY)
19 de junio de 2011
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Haz patria, mata un cura”. Yo vi esos panfletos con mis propios ojos. Increíbles pero ciertos. Ahora la patria se jacta de ser católica. Así cambia la historia.

“Romero” es un telefilm modesto pero correcto, y en algunas partes, hasta notable. Me da reparos su orientación edificante y religiosa. Natural: está producido por la Paulist Pictures, una productora eclesiástica, para un público incondicionalmente religioso. Lo que explica, a propósito, el evidente esfuerzo de desligar en el film la vida de Romero de posturas sospechosas para la ortodoxia católica: el marxismo y la teología de la liberación.

Pero que sea edificante y religioso no significa que estemos ante un film autocomplaciente ni fanático. No lo estamos porque “Romero” plantea un innegable conflicto dramático. Un conflicto que no es tan sólo el del Arzobispo Romero frente a la autoridad militar y a las injusticias sociales. La trama central se articula en una historia de conversión personal: el conflicto interior de Romero consigo mismo, con sus propios miedos, su aparente debilidad, sus convicciones religiosas, sus privilegios sociales; en suma, con sus profundos y propios pecados.

John Duigan pone en escena esa conversión, por ejemplo, con el recurso del vestuario. Romero al principio: blanco como una paloma. Inocente a costa de ser voluntariamente ciego frente a la situación social de El Salvador y a las tendencias radicalizadas (de derecha e izquierda) en el seno de la iglesia. Luego, en hábito negro en medio de la parafernalia arzobispal. La actuación de Raúl Juliá, sin embargo, destaca en contrapunto la humildad del Arzobispo, quien se alegra por recibir unos zapatos de regalo. A lo largo del film, poco a poco sus distintivos de autoridad se pierden en el trato con la dura realidad salvadoreña (creedme: muy dura). En una intencionada escenificación de la pasión bíblica, los soldados le arrancan las ropas. La conversión es completa. Romero se ha liberado de las ataduras exteriores de una indecisa cúpula eclesial y se entrega en su desnudez a su misión evangélica.

Gracias a que se cuenta una historia sobre problemas universales como la injusticia, “Romero” permite ser vista con independencia de tener tal o cual postura religiosa o política. Incluso al más ateo y escéptico no les dejará indiferentes; precisamente porque se desarrolla en un lugar donde dios ha hecho gala de su ausencia, como el socorrido terremoto de Lisboa.

Personalmente, creo que es deseable prescindir de la religión para vivir. Sobretodo para orientar la política. Pero reconozco que vidas como la de Romero despiertan esperanza. Y eso sí es necesario para vivir.


Para el más cinéfilo, llamo la atención de que el actor que interpreta a Ribera y Damas (en la realidad, sucesor de Romero en el Arzobispado), es Martin LaSalle, el protagonista de la legendaria “Pickpocket” de Robert Bresson.
Especialista Mike
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