La película gana más cuando Hitler el amigo imaginario del niño, abandona su buen rollito e histrionismo y se vuelve más arisco contra el niño, nazi convencido, a medida que este empiece a dudar sobre sus creencias y lo que le contaron. Es ahí cuando la película va girando al drama, sin abandonar tampoco los toques cómicos; en ese sentido es un crack el amigo real del niño (su segundo mejor amigo según palabras del protagonista) "es mal momento para ser nazi" o " voy a casa, necesito que mi madre me abrace" aparte de ser geniales en el contexto de la obra, también dejan de manifiesto que la situación que la situación les viene grande y que sólo son unos niños.

No conviene tampoco olvidar a Scarlett Johansson, dulce madre del niño protagonista y dueña de unos zapatos rojos cargados de simbolismo, ni a Sam Rockwell, oficial nazi encargado de las juventudes hitlerianas donde el protagonista milita. Así como tampoco podemos olvidar a Thomasin McKenzie, niña judia oculta por el pesonaje de Johansson y causa del cambio de actitud del niño.

Por último, David Bowie y el baile que provoca emociones encontradas en quien aquí escribe.