No voy a poner en duda los beneficios de la justicia reparadora. Tampoco me pondré en situación, si estuviera en alguna de las situaciones (víctima o agresor) sobre como reaccionaría o actuaría. Pero una cosa tengo clara y es que tal y como me lo cuentan, y no dudo de las intenciones de la directora, no me lo creo.

No me creo que, apenas, haya conflicto.
No me creo que los delincuentes parezcan hermanitas de la caridad. Mención especial al atracador violento que, en el primer contacto con los organizadores parece una bomba a punto de estallar y, luego, en las reuniones parece otra persona.

También es de vergüenza ajena como todos consuelan a la señora mayor cuando cuenta sus penas. Podrá pasar pero como me lo cuentan no me lo creo.

Lo peor es que empieza bien y el tema de justicia reparadora suena bien e interesante pero se queda en la idea que se va por las cañerías por un exceso de blandenguería que estropea lo que podría ser una película muy interesante.

La española Maixabel que trata un tema muy parecido está bastante mejor narrado y te crees más las posturas de ambos lados. En este caso no te los crees a ninguno.