Lo que Sidney Lumet consiguió con esta película es comparable a los vaticinios de Nostradamus o Rappel; en realidad mejor, ya que lo de esos dos no está más demostrado de lo que uno necesite hacer coincidir lo que dijeron con lo que haya pasado después. Sin embargo, la obra de Lumet es lo más visionario, aunque seguramente no fue su intención, y lo que más claramente se haya cumplido años después. Esa Faye Dunaway capaz de matar a su madre por subir los índices de audiencia; ese Peter Finch, payasete que necesitan mientras esos índices de audiencia sigan funcionando, tienen sus análogos en la televisión actual. Ya no William Holden, periodista integro, del que no encuentro análogo en la televisión actual, hasta tal punto llegó esta, sea llamada basura o no. Es más, toda ella es basura. Pues ¿Qué diferencia hay entre un Sálvame y un Al rojo vivo?

Bueno, pero esto se supone que es una crítica de cine y más allá de la reflexión que me provocó, la película no me atrapa, o no lo suficiente. Encuentro a Peter Finch demasiado payaso y un oscar excesivo. Veo mucho más oscarizado a William Holden. Ya no hablemos de los nominados como secundarios; ella: Beatrice Straight ganándolo con cinco minutos y dos escenas, una de las cuales pasa desapercibida, o Ned Beatty que pasaba por ahí, indica más que es una película a la que hay que llenar de nominaciones a que estas sean merecidas. No discuto la nominación ni el oscar a Faye Dunaway pero los papeles de auténticas zorras siempre me resultaron muy atractivos.