Nosferatu es de esas películas que da más miedo antes de verla y después de verla que mientras se ve, por lo menos es lo que me pasa a mi. Me explico:

Antes, por el motivo de no saber que me voy a encontrar, es igual las veces que la vea, siempre temo que aparezca un miedo nuevo.

Me imagino a ese vampiro, ese muerto que te crees que si está realmente muerto, que el actor que lo interpreta en realidad también lo está, que no interpreta, que es así.

Me da miedo enfrentarme a la enfermiza atmósfera de la película, una atmósfera que me envolverá y no me dejará escapar.

(Estas sensaciones aparecen antes de poner la cinta.)

Hay un dato curioso que me pasaba a mí con esta película y es que me la había comprado en VHS, todavía la conservo, y la tenía sobre el armario delante de todo con la caratula mirando hacía la cama, y todas las noches tenía que darle la vuelta o taparla pues su caratula me daba mal rollo. No tiene mucho que ver con la crítica pero quería contarlo.

Una vez que empiezo a verla pienso que el miedo solo está en mi mente y que la película vista ahora es bastante inocente, sin embargo no evito escalofríos cada vez que el vampiro aparece con sus largas manos, uñas y dos mortales colmillos. Pero pese a eso la veo bien, más o menos tranquilo.

Lo peor es una vez que acaba, porque entonces vuelven los miedos. Y temo levantarme del sofá, temo salir de la sala, temo apagar la luz, temo mirar por la ventana. Lo temo todo por miedo a que esté acechando.