Cuando se habla de que el cine es una herramienta para trasladar la mente a lugares inalcanzables, a otros mundos, siempre existen ejemplos de películas que logran esa posiblidad. 'Ghost In the Shell' (1995) es un anime, una cinta animada, ¿Es menos probable que la animación pueda satisfacer igual o más que una película de acción real?. Absolutamente no. Se tiende a infravalorar bastante la animación, cuando hay una variedad de títulos animados que igualan e incluso superan por mucho a un buen número de películas. Dejando de lado esta cuestión, más allá de los paralelismos que tiene la cinta con 'Blade Runner', o que fuese una total inspiración para 'The Matrix', el anime japonés sobrepasa todos los límites, cuando su guión no solo ofrece secuencias de acción modélicas y contagiadas de épica, sino que abarca diálogos que profundizan en temas como el existencialismo, o recalcando lo trascendental. Sin esquivar la compleja idea del ser humano y su aspiración por conseguir llegar a la frontera de lo inimaginable, hasta tal punto de abordar el asunto de la extinción de nuestra propia especie.

Exceptuando la complejidad de la película, 'Ghost In the Shell' contiene instantes perturbadores (la escena del interrogatorio donde se le da a entender a un ser humano que ha perdido su identidad y no posee nada más que recuerdos implantados, es terrorífica), y un ambiente claramente definido que abre las puertas a un universo futurista posiblemente alcanzable y muy realista dentro de una creativa ficción. Mientras formaba parte de la odisea, introduciéndome fácilmente en su mundo gracias a un increíble diseño de producción, que se antoja como una realidad alternativa, pareciendo que existiese o fuese a existir, con esas ancestrales piezas musicales, las constantes piruetas de la cámara proporcionando movimientos dinámicos de todo tipo de forma, forma en la que la trama policíaca cobra interés. Con personajes difícilmente mejor definidos, construídos para dar un paso más allá, a parte de conseguir o no el objetivo primario al que se enfrentan. Que se preguntan de donde vienen, o hacía donde se dirigen en ese futuro donde la tecnología ha alcanzado cotas impensables. Quedaba anonadado sin más. Dejándome llevar hacía un viaje, que acaba por ser una experiencia audiovisual, más que un visionado de otro producto de entretenimiento más.

Finalmente, esta historia, e imaginativa herramienta cinematográfica, me provoca una mayúscula reflexión. Sobre cual es nuestro límite como especie, y paradero. Y sobre que o quienes seremos en años venideros. O incluso, a donde nos catapultará la tecnología, o si dejaremos de existir. Cuando una película ataca la conciencia de esta manera, y provoca un vuelco en la mente tan inesperado como especial, sin dejar de ser un eficaz ejercicio de acción y entretenimiento en la superficie, el cine y la ciencia ficción pueden ser una completa bendición para los sentidos.

Añadir por último, que no es de sencilla accesibilidad por la carga filosófica que muestra. Y aunque subraye y deje claras sus ideas, no todo tipo de público caerá rendido ante esta obra superlativa.