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Voto de Ramon Balcells:
7
Intriga. Thriller Años 70, en plena guerra fría. El fracaso de una misión especial en Hungría provoca un cambio en la cúpula de los servicios secretos británicos. Uno de los defenestrados es el agente George Smiley. Sin embargo, cuando ya se había hecho a la idea de retirarse, le encargan una nueva misión: se sospecha que hay un “topo” infiltrado en la cúpula del Servicio y sólo alguien de fuera puede averiguar quién es. Con la ayuda de otros agentes ... [+]
11 de enero de 2012
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde Munich (Spielberg, 2005) que no presenciábamos una película de espías tan absorbente e inteligente como El topo. Se le nota su condición de adaptación novelesca. Y mucho. Pero eso no le impide tener una personalidad propia. Es más: aprovecha la ventaja de contar con una historia compleja y profunda, y la lleva a su terreno, sin desviarse pero nunca sometiéndose por completo. El estilo de Tomas Alfredson, además de un laborioso guión y unas soberbias interpretaciones, es lo que acaba por dotar a este film de una identidad propia, como ya lo hizo Meirelles con El jardinero fiel, también de Le Carré.
Igual que esa obra maestra “de vampiros” que el mismo cineasta sueco nos brindó hace ya tres años llamada Déjame entrar, la película en cuestión plantea un género clásico como el de espías para ir más allá: aquí no hay pizca de acción, y aunque la trama es compleja y laberíntica, se acaban abordando temas mucho más complejos que los habituales en este tipo de proyectos. Y es que en tiempos de “misiones imposibles”, se aprecian filmes que, dentro de los parámetros del género, brillen por la inteligencia y contengan una trabajada vertiente psicológica.
Lógicamente, si el espectador no ha leído la novela en la que se basa, como un servidor, es prácticamente imposible ligar todos los cabos narrativos que van surgiendo a medida que avanza la película: muchos detalles del guión se pierden o pasan desapercibidos, pese a estar éste asombrosamente planteado y elaborado; pero si hay algo que es imposible no palpar es su profundidad psicológica. Hay muchos personajes, pero aun y así, y pese a la contención de todos ellos, sus personalidades están dibujadas de una forma extraordinaria, además de interpretadas por un reparto “british” en estado de gracia. Destacar, por encima de todo, la impresionante creación de Gary Oldman como el protagonista George Smiley, un hombre con el que pese a ser sentimentalmente hermético y solitario, el espectador consigue llegar a empatizar o, si más no, a conectar.
De forma también meritoria, Alfredson contextualiza la historia en una atmosfera asfixiante y fría, que transmite en cada situación concreta lo que ésta le pide –véase el habilidoso juego de las sombras en los interiores-. Técnicamente es impecable y coherente, pero si hay algo asombroso en este filme es la puesta en escena: con ecos de los 70 y siempre transmitiendo de la forma más adecuada las emociones y sensaciones que se desprenden de la historia, el realizador logra mantenernos en una tensión constante y, como ya hizo en su anterior creación, apuesta por la difícil vía de la sugestión.
Los amantes del cine de espionaje (de verdad) disfrutarán con El topo más que nadie. Pero a su vez lo harán los cinéfilos, y aquellos espectadores que quieran ser tratados con inteligencia y estén dispuestos a dejarse seducir durante dos horas por una magnífica y meditada película sobre la traición, la amistad, la soledad y, también, sobre espías.
Ramon Balcells
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