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España España · Granada
Voto de Sujeto23:
4
Drama Libremente inspirada en un episodio que marca el fin de la carrera del filósofo Friedrich Nietzsche. El 3 de enero de 1889, en la plaza Alberto de Turín, Nietzsche se lanzó llorando al cuello de un caballo agotado y maltratado por su cochero y, después, se desmayó. Desde entonces, dejó de escribir y se hundió en la locura y el mutismo. En una atmósfera preapocalíptica, se nos muestra la vida del cochero, su hija y el viejo caballo. (FILMAFFINITY) [+]
26 de agosto de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aquí no hay ni filosofía ni ninguna representación del drama del ser humano. Aquí lo que yo veo es el lloriqueo de director que va de profundo.

"Es que hay que vestirse todos los días, hay que comer, hay que beber agua, hay que bañarse, hay que hacer las papas, hay que mantener vivo el fuego, hay que ir a trabajar, hay que ir a comprar, hay que lidiar con los típicos estúpidos que siempre se te cruzan en el camino, etc. Y todo esto una y otra vez." Le ha faltado el ir a mear y a cagar.

Vamos, esto es un lloriqueo patético que lo que denota que el autor tiene la misma profundidad que un folio en blanco. El auténtico drama del ser humano no está en la repetición de acciones vacías, pues estas también se ven en todos los seres vivos, está en lo que nos diferencia con estos, en la carga que supone la inteligencia y los sentimientos. Y aquí no está reflejado, prácticamente, porque poner a un tío sentado junto a la ventana mirando el infinito, es demasiado parco y simple.

Si en la crítica de Mulholland Dr hablé de la absurda tendencia de los cineastas americanos de ocultar información para dificultar la inteligibilidad de la película, ejercicio absolutamente burdo y chabacano cuyo único fin es parecer el más listo del planeta; y aquí toca hablar de la tendencia de los europeos de querer parecer el más profundo, el más filosófico. E igualmente, tenemos como resultado obras que distan mucho del talento que tienen sus autores. Un auténtico desperdicio.

Y es que detrás ese trasfondo cuassi patético hay un estilo y calidad cinematográfica incontestable. No creo que nadie lo niegue. Movimientos de cámara, planos, fotografía, etc, es de gran calidad. Y ojalá hubiesen sido puestos al servicio de algo de auténtico valor, y no este ensayo falsamente pesimista, alarmista y absolutamente desapegado a la realidad actual.

De hecho, podríamos ponernos analíticos con las formas, y es que no sé por qué se tiende a pensar en el mundo de los cinéfilos que se autoconsideran de mayor nivel, que la mejor forma de representar la soledad de una persona es poner a un actor solo en una habitación oscura durante un interminable plano. ¿Dónde está el mérito? Se tiene en demasiada estima este cine, y en mi opinión no vale tanto. Es más las ganas que tienen algunos de ver cosas, que lo que realmente hay. Planos secuencia de dos personas comiendo papas o preparando el carro con el caballo para ir a la ciudad o de una yendo al pozo a coger agua. Pues muy bien, pero cuando en una obra tienes que hacer como con el plato de lentejas de los lunes cuando eras niño, que te esforzabas por verle algo bueno y te mentalizabas a de que tenía su gustillo, es que algo no se está haciendo bien. Yo lo veo como la abstracción en la pintura, un punto negro en mitad del lienzo blanco y la gente calentándose la cabeza sacando lecturas filosóficas. O como los que dicen que han llorado ante un Pollock. Mira, eso está en ti y no en la obra. Una obra auténtica te seduce, te lleva te propone, ella te lleva.
Sujeto23
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