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España España · Pamplona
Voto de Telefunken:
10
Drama Elisabeth (Liv Ullmann), una célebre actriz de teatro, es hospitalizada tras perder la voz durante una representación de "Electra". Después de ser sometida a una serie de pruebas, el diagnóstico es bueno. Sin embargo, como sigue sin hablar, debe permanecer en la clínica. Alma (Bibi Andersson), la enfermera encargada de cuidarla, intenta romper su mutismo hablándole sin parar. (FILMAFFINITY)
24 de julio de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Definitivamente no hay cine más problemático que el que aúna narración y discursividad sin delimitar muy bien los bordes en los que termina una y empieza otra; ni cine ensayo ni relato al uso, tierra de nadie que desubica a casi cualquier espectador. En el caso de ‘Persona’, yo creo que esos dos niveles (narración y discursividad) se articulan de la siguiente manera: el primero se circunscribe a los momentos de convivencia entre Alma y Elisabeth, mientras que el segundo a las escenas en que cada una de ellas habla consigo misma o proyecta interiormente su angustia y sus deseos. La interacción entre ambos niveles se presta a la confusión. Sin ir más lejos, no sabemos con claridad a qué realidad se corresponde el instante en que Elisabeth se acerca a la cama de Alma y la acaricia, si a la de la convivencia verídica o a las aspiraciones de la singular enfermera. Ciertos matices parecen indicar que a lo segundo. De hecho el breve interrogatorio al que al día siguiente es sometida Elisabeth (“¿Estuviste en mi habitación?”) da a ésta más elementos de juicio con los que sostener su desgarrante "estudio" psicológico.

Pero igual me estoy adelantando. (Advertencia: spoilers inminentes). No quiero iniciar mis pajas mentales sin dedicar algunas palabras a la apertura y cierre del film, de carácter experimental e influencia aparentemente dadaísta (se pueden encontrar paralelismos reseñables con ‘Ballet Mécanique’), montado sobre un mosaico de símbolos (el cordero, la araña, la cinta) que emerge como preámbulo de jeroglíficos imposibles de resolver por cuenta propia. Sin embargo, la disonancia -visual y sonora- de la introducción ya presagia las tensiones y brusquedades que son seña de identidad de la película. Difícil responder a la pregunta de dónde se halla realmente el niño. Quizás la respuesta no sea tan relevante; al fin y al cabo lo que importa es su desamparo, el gesto que deja entrever la necesidad de amor maternal.

A continuación vemos a Liv Ullmann, y un poco más tarde a Bibi Andersson. Las protagonistas han sido presentadas. Los minutos de metraje restantes no pugnarán por otra cosa que indagar en (1) los abismos personales de una y otra así como en (2) la relación que se genera entre ambas, dos direcciones -a veces paralelas, a veces no tanto- desde las que interpretar los sucesos que acontecen en ‘Persona’. Después de mi tercer visionado y amparado en unas cuantas notas de mi puño y letra, me he permitido ojear las lecturas que se han dado a esta película, muy diversas. No obstante, me ha llamado la atención que apenas se haya reparado en el tormentoso volcán de la cosificación que delinea Bergman. Es ahí donde yo he colocado la lupa, en la relación deshumanizadora entre Alma y Elisabeth, y no tanto en las pulsiones de cada una. Aun así creo que en ese último aspecto relativo a las pulsiones no me he dejado mucho en el tintero: Elisabeth ha vivido una experiencia traumática, la cual, sumada a otros motivos, le lleva a alejarse del mundo, obturando la vía principal de salida y entrada, a saber, la comunicación; Alma, al revés, es la extroversión encarnada, a la vez que concibe su proyecto vital como entrega y sacrificio a una causa (es la unión y no la distancia con respecto al mundo la que para ella genera sentido). La doctora lo sabe, y de ahí la decisión de asignar el encargo a Alma. Craso error.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Telefunken
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