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España España · Pamplona
Voto de Telefunken:
7
Drama China, años veinte. Tras la muerte de su padre, la joven de 19 años Songlian se ve forzada a casarse con Chen Zouqian, el señor de una poderosa familia. Él es un hombre de cincuenta años y tiene ya tres esposas, cada una de las cuales vive en una casa independiente dentro de un gran castillo. (FILMAFFINITY)
2 de junio de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las películas rodadas en países que hasta hace no mucho recibían la consideración de 'en vías de desarrollo' suelen mostrar un común denominador: no nos hablan de nosotros, o, en términos antropológicos, son productos de un 'otro cultural'. Todos los cineastas ambiciosos comparten la preocupación por temas humanos universales, pero enfoque y trasfondo varían notablemente según el país de origen. De manera que alguien acostumbrado a tratar con argumentos afincados en el mundo urbano y bañados en existencialismo, nihilismo o lo que uno quiera, deberá modificar su disposición al situarse delante de un cine en el que la representación de mundos tradicionales -parcial o completamente premodernos- resulta prioritaria. En contra de las premisas evolucionistas, no se trata de que haya un cine del mundo desarrollado que aborde temas complejos y un cine del mundo no-desarrollado que haga lo propio con temas simples. Se trata sencillamente de que somos diferentes y hemos sido diferentes; el cine da fe de ello.

'La linterna roja' nos habla de poliginia, de jerarquías, de rituales, prestigio y emblemas (temas antropológicos por excelencia). Los seres que habitan ese microcosmos lo mantienen, y los que llegan a él van quedando prendados de su encanto y de su maldición. El proceso se repite, una y otra vez. Condiciones rígidas que nublan la consciencia de sus arquitectos (Chen Zouqian, el amo, jamás se dará cuenta de la toxicidad que genera su sistema de premios en el torneo interminable de las concubinas; no obstante, condena sus consecuencias; ellas, dice, tienen que ser buenas hermanas) y mediante las cuales se desvanece la percepción del otro como un igual, como un ser humano (sensacional por cierto la escena en la que Songlian recibe su primer masaje mientras el criado hace descender y enciende las lamparas de la cama; Songlian y las lámparas, dos objetos que hay que preparar para el disfrute del señor). En este sentido, igual pecamos de una actitud ingenua y anacrónica al criticar cierta sociedad tradicional china por dotarse de estructuras cosificadoras, ignorando de paso que en nuestras sociedades tan avanzadas la cosificación de la mujer se palpa en cada avenida, nos guste o no.
Telefunken
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