Ni mucho menos, como se ha dicho, la mejor adaptación del clásico de Víctor Hugo (ahí tienen la versión muda de Wallace Wosley interpretada por Lon Chaney). Es más, se trata de un film claramente envejecido y a ratos incómodo, que desprende una molesta rigidez narrativa que envara la necesaria progresión dramática. "El jorobado de Notre Dame" es una historia de clases y luchas sociales y de un amor por imposible, inolvidable. Nada explica mejor la medianía de esta película que los dos personajes principales: Quasimodo, el campanero jorobado de Notre Dame (magistral Laughton), otra gárgola más dentro de la catedral, quien salva a la bella gitana Esmeralda de ser ajusticiada, al amarla. Este personaje aporta fondo, intensidad, entrañas, credibilidad y sensibilidad. La gitana Esmeralda, por su parte, está interpretada por la fordiana O´Hara y no aporta como debe los mismos elementos, quedándose solo en ser una pequeña parte del esqueleto del film. Son el fondo y la forma, aquí no emparejados sino reñidos.
De poco sirve (solo para que resulte un buen film por inercia) la gran creación de la "Corte de los Milagros" parisina, ni el maquillaje, dirección artística, fotografía o vestuario si lo que de verdad pide la gran obra de Victor Hugo es intensidad, falta de ataduras, sentido "fou", visceralidad. Y eso solo se lo da el señor Laughton. El resto viene por mera añadidura inevitable.