Sigo esperando, entre ansioso y resignado, esa obra maestra inmarchitable del genio Tarantino. Sigue ofreciéndome rachas espléndidas, música cojonuda y algún detalle que me toca la fibra (su amor por los géneros esquinados, por la serie B, por el cómic, por Jesús Franco, por el "sphagetti western"...) pero, definitivamente, alguien debe encadenar a Tarantino. Alguien debe dosificarle, insistirle que no son necesarias siempre dos horas y media de metraje, porque acabas logrando un film que riza el rizo, que se enrosca y diluye en sí mismo, que es un altibajo inevitable: en su lenguaje; lo jodes. Alguien debiera decirle que la coralidad está muy bien (a mí me encanta) pero que quizás atiborre con demasiados personajes la función. Alguien, sus acólitos obviamente, debiera recomendarle que tiene puntos de brillante humor pero que no hay que creerse humorista profesional y siempre. Alguien debiera encadenarle su lengua sucia tendente al taco tras taco, pues lo poco agrada (o encaja) y lo mucho enfada (o trastoca, aburre o desluce: pérdida de credibilidad se llama). Alguien, si es posible,debiera encadenar su orgiástica violencia pues a veces deriva en un pastoso refrito dislocado que confunde géneros (no mezclan bien) y acaba por dar al traste con el esqueleto de sus films.
"Django" es un western con brillantes momentos, con un Waltz una vez más imperial y un agradecido homenaje a la serie B, al personaje Django, a Leone y al western clásico también. La música vuelve a hacer gala de un gran gusto pero finalmente acaba por ser un film defectuoso y muy irregular, lleno de los tics de su retórico geniecillo y que de tan hiperbólica y alargada que quiere ser acaba casi fracasando y resultando casi inverosímil.
Foxx no me convence nada en su personaje de mitificado héroe y Samuel L.Jackson tiene un notable comportamiento en su curioso papel; Di Caprio cumple: al final, una especie de clon de "Malditos bastardos", una mezcla más naufragada que salvada de sarcasmo y gravedad con Christoph Waltz como el papá que salva al díscolo hijo de un hundimiento más que peligroso.
Insisto: un Tarantino encadenado creo que sería mejor, aunque quizás ya no sería Tarantino. Así pues, genio hinchado.