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España España · ciudadano del mundo (palencia)
Voto de kafka:
10
Drama. Comedia. Bélico Inglaterra, Guerra de los Cien Años (ss. XIV y XV). Enrique IV, primer monarca de la dinastía de los Lancaster, en 1399 le arrebata el trono a su primo Ricardo II. Adaptación de varias obras de Shakespeare: "Enrique IV", "Enrique V", "Las alegres comadres de Windsor" y "Ricardo II". (FILMAFFINITY)
25 de enero de 2009
34 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última película con argumento de Welles fue esta impresionante obra maestra, refundición de cinco textos de Shakespeare: es la lucha por el trono de Inglaterra entre Enrique Percy y el príncipe de Gales. A este último le instruye Falstaff (interpretado por el propio Welles) un pícaro, orondo y entrañable personaje.
Dotada de toda la fascinación visual de su autor y con su gran sentido barroco, "Campanadas a medianoche" se puede decir bien claro que es una de las mejores películas de la Historia, dónde Welles demuestra su estado de gracia inmejorable en la situación desgraciada que lo persiguiera desde "Ciudadano Kane": las limitaciones presupuestarias y de producción. Por ello, aún tiene más mérito la película, producida por España, lo que da a nuestra cinematografía una joya impensable y única (ya había realizado en 1951 "Mister Arkadin").
Estamos ante un film complejísimo, fusión del universo inmarchitable de Shakespeare pero bañada por la amarga picaresca del Quijote cervantino que habría que centrar sobre todo en el impresionante personaje de Falstaff, al que Welles da vida de forma impecable, soberbia, insuperable. Para él mismo se reserva un personaje decadente, casi ingenuo, libertario y sin maldad. Welles se está interpretando a sí mismo, a su genialidad inabarcable y no apoyada, a su vida libertaria y excesiva, a su ingenuismo tierno y complejo. Y sino fuera así, ¿porqué no eligió el personaje de Gielgud?. Mejor que no lo hiciera pues queda para la posteridad este Falstaff.
Quizás sea díficil asegurarlo, pero esta puede ser la auténtica obra maestra de Welles, dónde su estilo expresionista, su empleo del montaje y la planificación, su capacidad para jugar con los claroscuros de los personajes, del alma humana y de los fotogramas alcanza cotas más altas, regueros de inspiración sublime. Hay aquí una magistral, inabarcable, excitante e imborrable conceptualización y mixtura de épica, tragedia, drama, humor, belicosidad y aventuras. Y qué decir de la imponente dirección de actores con soberbios trabajos de Gielgud y todo un equipo completado por Fernando Rey, Margaret Rutherford, Marina Vlady, Norman Rodway y Walter Chiari. En fin, que ésta lúcida y amarga reflexión sobre el paso del tiempo y la decadencia es la corroboración definitiva de que cuántas más dificultades tenía el genio, empresas más fastuosas, inverosímiles y desproporcionadas, más apasionantes y excitantes proponía, incansable, resistiendo estoicamente tanto obstáculo y vallaje a su talento, resistiendo su más remota opción de llevarlo a imágenes, sobrevolando genialmente por encima de todos sus límites previos e instalándose en lo ilimitado, en lo impresionante, como si el hambre aguzara su innato y enorme talento. Y qué lujo para la raquítica España de los 60 haber producido tamaña obra maestra.
kafka
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