Debido a unas enormes vainas procedentes del espacio, una ciudad norteamericana verá como sus habitantes se convierten en seres similares por cuanto no experimentan sentimientos ni emoción alguna. De entre todos ellos, solo un hombre (McCarthy), el médico de la ciudad, podrá llegar hasta la policía y denunciarlo.
Un clásico con todos los honores del cine de ciencia ficción que rodado con un presupuesto de serie B alcanza la categoría de obra maestra a través de una vigorosa narración de Siegel, dónde se combinan perfectamente el pánico hacia lo proveniente "de otro mundo" en una sosegada comunidad con el cine policiaco en toda regla, con magníficas secuencias en este aspecto.
Siegel logró así su primer gran éxito y con todo merecimiento, pues este film ha quedado como una de las mejores y más convincentes plasmaciones de la subversión de la cotidianiedad/tranquilidad que la raza humana sufre debido a fenómenos alienígenas, así como una reveladora muestra de pesimismo en torno al concepto de "sociedad", aquí desintegrada y hecha clónica a merced de fuerzas exteriores. Bingo: hoy, y cada día será más, somos clónicos, deshumanizados, manipulados y engañados. En vez de por extraterrestres, por políticos, banqueros y, sobre todo, por el cancerígeno dinero.
Excelentemente interpretada por un equipo de actores nada "stars" y deliciosamente fotografiada por Fredericks solo cabe decir que para haber sido ya una de las mejores películas de todos los tiempos solo la faltó embadurnar de más ambiguedad la historia ofreciendo un muestrario irrealista que perturbará aún más el mensaje. Aún así, una joya.