Primer film en color de Kurosawa, realizado tras un período largo de inactividad y de crisis personal y dudas profesionales. Nominada al Oscar a la mejor película extranjera. Narra la vida de un grupo de personas en los suburbios de Tokio, que huyen de su triste panorama en base a la imaginación. El título hace referencia al sonido de un tranvía imaginario que conduce uno de los protagonistas, el cual nos sube a un trayecto por ese mundo de algo más de dos horas.
No es uno de los más felices trabajos de Kurosawa visto hoy: la rígidez/tosquedad de algunas interpretaciones, una coralidad que no acaba de funcionar y un realismo que en ciertos personajes se alejan de lo verosímil hacia un marcianismo distante. En muchos tramos, es una letanía lejana sin profundidad ni empaque, un mugriento drama que ha envejecido bastante.
Sin embargo, la segunda parte de la película es mucho más auténtica, creíble y dramática, y como la fina lluvia va calando hasta orquestarse un film vivo, con virtudes como el uso del color y ciertas historias realmente muy bien contadas (especialmente la de Ketsuko).
Demasiado larga pese a todo, un título sobrevalorado, que no desdeñable de su autor, en una época globalmente bastante floja en la Historia del Cine.