En un ejercicio de funambulismo osadísimo, Coppola hizo de "El Padrino II" una obra maestra total y absoluta del Cine, a base de hacer un prodigio de construcción narrativa, de una meticulosa, clásica y admirable puesta en escena, de una dirección de actores sobria y soberbia. Cada secuencia de esta continuación del mítico padrino es un ejercicio de estilo magistral, elaboradísimo, puro detallismo y amor al celuloide.
Coppola va hacia atrás y hacia delante en la historia (bucea en los orígenes sicilianos de la familia a la par que desarrolla la llegada del joven Vito Corleone a EEUU y la trayectoria de su hijo Michael) a base de flash-backs delicadísimos y magistrales. De ahí surge la condición arquitectónica, inmensa, de la historia, de ahí emerge la admirable supremacía de su estructura, la extasiante claridad de una historia complejísima, intrincada, plagada de paralelismos densos que harían de ella una obra caótica pero que posee el estado de gracia de cineasta por el que Coppola atravesó en esos gloriosos años.
La violencia de ésta es más contenida e implícita, pero igualmente evidente y brutal, es una violencia además más rica (no solo física, también moral y psicológica, una violencia expresada en la descomposición de la colectividad de la Familia en unas individualidades marcadísimas, que nos hablan de soledad, de poderosa soledad, de poética amargura, del comienzo del fin de los legendarios Corleone).
Es tan grande esta película que está absolutamente por encima de todos los puntos de su inabarcable argumento, de su laberíntica trama inagotable.
Soberbias interpretaciones de Pacino, Duvall y De Niro y John Cazale, y una pléyade de secundarios extraordinaria.
No sabría decir cúal de las dos partes es mejor: me fascina y engancha más "El Padrino"; pero desde un punto de vista puramente cinematográfico "El Padrino II" me parece un hito.