Álex de la Iglesia se fue a los EE.UU a rodar su "Perdita Durango", un film producido por Andrés Vicente Gómez con amplitud de medios.
Viendo la película, queda como un ejemplo evidente de adopción de los malos vicios del cine americano coetáneo, olvidándose de las virtudes de sus cortos y sobre todo de su ya casi mítica "El día de la bestia".
Entre los malos vicios encontramos el griterío desaforado y desenfocado; la falta de ritmo y fluidez (que se confunde con la acción desaprovechada y poco convincente); un guión plano, falto de aliento ingenioso - algo grave con el cartel de guionistas del mismo -, la fusión desordenada de violencia, sexo y cachondeo.
Entre la falta de virtudes destaca sobremanera la inexistencia de ese rabioso talento, inquieto y agradecible, del cineasta vasco en su ópera prima. Hay poco, muy poco, de todo eso aquí, de forma que es un film gaseoso, que quiere empezar con fuerza y carácter y acaba diluyéndose en cine sin garra, de escasos vuelos y nada memorable.
De nada sirven ni su buen formato ni la buena técnica del cineasta, pues lo uno iba por inercia en el presupuesto y lo segundo lo tiene bien aprendido De la Iglesia de sus estudios. O sea, que aparte de un esforzado y magnífico Bardem dominando su histriónico personaje con notable mesura (qué decir de la inexpresiva y lamentable actriz Rosie Pérez), casi nada queda. Y es que "Perdita Durango" parece más cerca del lado del cine comercial americano que del irregular pero siempre interesante y en ocasiones maravilloso cine "indie" de aquellos lares. Por eso, creo que De la Iglesia no puede estar satisfecho del parto.