Una obra compleja y aparentemente caprichosa, que sin embargo no es tal pues resulta en todo momento un film más que interesante desde lo puramente cinematográfico.
De sesgo intelectual y con la presencia, enigmática y pseudoapocalíptica, del mundo matemático y de la cábala, propone una pirueta argumental y conceptual que conecta, sin cortocircuitos, la paranoia esquizofrénica y obsesiva, el ímpetu tecnológico y la sibilina conspiración, con el concepto del Poder y del Control - la Religión - al fondo del conjunto.
Es la historia de un hombre angustiado y finalmente vampirizado por una obsesión que trasciende su fijación matemática en un apoderamiento de todo su ser y estar. Y en esa pirueta Aronofsky aterriza sano y salvo, apenas con algún rasguño.
Muy buena la interpretación de Sean Gullette. Visualmente influenciada por los primeros trabajos de Lynch.