Loach cambia de escenario y de guerra: de España y nuestro duelo fraticida pasamos a Nicaragua y a la revolución sandinista. La película se centra en Carla (Cabezas), una joven nicaragüense, refugiada en Gran Bretaña, quién iniciará una relación sentimental con un conductor de autobuses de Glasgow (el carismático Carlyle). Éste acompañará a Carla a su país para que ésta pueda exorcizar sus fantasmas, para que recupere sus amistades, sepa de un amor perdido... pero el resultado es fútil y él se vuelve solo para Europa.
Mientras la película transcurre en Gran Bretaña resulta convincente y tan buena como la mayoría del cine de Loach, pero cuando la acción pasa a Nicaragua, el subrayado constante y un guión muy flojo hacen que la película decaiga y pierda gran parte de su previa verosimilitud. De tal forma, que "La canción de Carla" no consigue el propósito buscado siempre por Loach: emocionar y embaucar al espectador en una historia socio-política de sesgo comprometido y en la que la narración objetiva de los hechos se compagina con un cine no privado de sentimientos. Una obra interesante, pero globalmente fallida.