El independiente John Waters hace con esta película una broma que como tal hay que tomarse, lo que no impide que sea un auténtico bodrio. Un grupo de fanáticos "freaks" del anticinecomercial secuestran a la estrella del momento (Griffith) para rodar junto a ella una alocada película de presupuesto cero, dirigida por Cecil B.Demented (Dorff).
Inconexa, caótica y descabezada, me parece muy bien que al señor Waters le dé por bromear contra el cine comercial, por reivindicar el cine "underground", por criticar el "star system" o por defender el entusiasmo como primer elemento para hacer una película, pero es que él mismo no está haciendo una película, sino que está construyendo (posiblemente con toda conciencia) castillos en el aire, aniquilando lo que precisamente quiere defender. La idea argumental no era mala, pero es tan malo el guión que estamos ante una cutre película, pero inofensiva y lastimosa. Hay guiños a gente tan estimulante como Fassbinder, Pasolini, Almódovar, Lynch, Peckinpah o Fuller y a otros como Spike Lee, William Castle o Andy Warhol, aparte de a De Mille, por supuesto; hay también una defensa y apología del fetichismo, voyeurismo, del mal gusto, de la serie B y Z, del sexo y la violencia. Pero lo hay a base de imaginación, porque sino lo que hay es simplemente nada.