Oliver Stone es muy cuco y con "Wall Street" vuelve por su senda habitual: un tema atractivo (el búnker, podrido y asqueroso, hoy más que nunca, del mundo búrsatil e hipercapitalista), unos actores conocidos y una buena planificación, para volver a construir otro artefacto tan ruidoso como olvidable, que engancha lo justo a pesar de su farragosidad teñida de presunto brío en diálogos y en la notable actividad de un Douglas a sus anchas.
Dinero, poder, maldad, corrupción, ansia. Asco. Hoy más que nunca. Por mí como si cae una bomba allí mañana mismo. "Wall Street" como película, Wall Street como centro financiero y capitalista cotiza, nos digan lo que nos digan, cada día más a la baja, es carne de cañón, apetitoso botín para tanto ser humano indignado.
Stone es muy listo, como tanto hijoputa que pulula especulando entre agencias de calificación, Consejos de Administración, Gobiernos varios y bacanales de dinero. ¡A la mierda!.