El holandés Verhoeven ha logrado un privilegiado status en Hollywood que le permite realizar films pseudoeróticos con producción de lujo. Para este listillo anticineasta en su etapa americana y, sobre todo, para el detestable y reputadísimo antiguionista Eszherthas sí que es un lujo. ¿Hay que pensar que no quieren hacer cine o, simplemente, no saben?. Lo primero sería razonable pues yendo por ese camino han logrado fama y dinero; lo segundo sería lo normal pues en el desierto de ideas y talento que anida en Hollywood.
"Showgirls" es una película indefectiblemente muy mala, un bodrio infame e intolerable, constante muestrario de pseudopornografía coreográfica, preñada de unos diálogos para analfabetos, una puesta en escena desdichada y de pacotilla, un espectáculo inexistente, que ni cuenta nada ni pretende ni sabe contarlo. "Showgirls" es un hartazgo de tetas y culos (sí, es verdad, no es una historia en un convento, aunque también hay películas eróticas dentro de conventos, bastante malas por cierto), de bailes pornográficos, un hartazgo de nada. Dos horas de anticine vacío, tramposo y prehistórico en su falsa ostentosidad. Uno tiene el alivio de saber que fracasó en taquilla y entre el público, que el cebo no fue picado ni siquiera por los voyeurs empedernidos.
Película machista, que en su modernez resulta arqueológica, película estúpida y tan postiza como los postizos de la Berkley y sus compañeras de baile. Solo debo recordar dos últimas cosas: Elizabeth Berkley (horrorosa actriz) trabajó ingles duramente para satisfacer a Verhoeven (ahí lo dejo), pues sus contoneos resultan entregadísimos y salvajes; y me gustó, me gusta, la mirada, todo lascividad y lujuria desaprovechada, de Gina Gershon, un potencial erótico que te derrite con un guiño.