Se supone que es una reflexión/plasmación de la enorme influencia (casi hipnotizamiento) que ejerciera el funesto, seco y detestable Stalin - el Amo, interpretado por Alexander Zbruev - sobre la población rusa desde el fin de la segunda Guerra Mundial hasta su muerte. Para ello se basa en lo que podía haber sido un fascinante germen argumental: un discreto operador de cine (Hulce) que es contratado de la noche a mañana en el operador personal de Stalin con lo que entra en el círculo del poder de éste.
Sin embargo, el argumento se diluye en frialdad, aburrimiento y nula capacidad transmisora de vida, veracidad o emoción en lo que se cuenta. La figura de Stalin no es que no esté plasmada es que ni siquiera se adivina su presencia; el guión es flojísimo, lleno de irregularidades y falto de todo talento reconstructivo y/o parabólico; Konchalovsky ("Los amantes de María") no pasa de mediocrísimo en la puesta en escena; y de las interpretaciones mejor no hablar, sobre todo de un intolerable, psicótico y ridículo Tom Hulce (por no decir que hasta Hoskins no pasa de discreto)... Y así hasta el bodrio diáfano que es la película.
P.D.: ¿Tendrá algo que ver que sean los americanos los máximos responsables de semejante empresa ajena?; ¿Qué tal si dejaran a los propios rusos, con su propio plantel artístico/técnico, más pobre pero de más talento, llevar a la pantalla este argumento?.