En París, un brillante y prestigioso cirujano (Brasseur) rapta chicas con el fin de utilizar su piel para reconstruir la belleza de su hija, con el rostro destrozado tras un grave accidente del que él se siente culpable... Una de las más subyugantes muestras del cine de terror que haya dado la Historia del Cine. Franju obtiene una obra redonda, poseída de un espíritu tan lírico como de una esencia tan macabra, de irrechazable atmósfera enfermiza. Impecable a todos los niveles, destaca especialmente por la capacidad para hacernos penetrar psicológicamente hasta las entrañas de los personajes, obteniendo con ello una obra maestra irrepetible de un cineasta tan poco frecuentado como único.
Espléndidas interpretaciones y un guión soberbio con los admirables Boileau y Narcejac al frente.
En fin, un film extraordinario que sería imitado, clicheado o reinventado mil veces a partir de aquí, con nefastos resultados en muchos casos y algún logro memorable. Ciertamente, lo auténticamente inolvidable es ver a Brasseur sufriendo y luchanco a ser "aprendiz de Dios" a fin de saldar sus cuentas con lo que más ama y consigo mismo.