Segunda parte de la trilogía que Kieslowski dedicó poco antes de morir a la bandera francesa y que en el caso del color blanco representa la igualdad. Si en "Azul" no acababa de dejarnos muy claro el sentido de la libertad, en "Blanco" la igualdad para el cineasta polaco parece ser la que nos hace iguales en el sufrimiento de todo ser humano (spoiler), igualdad muy bien conexionada a la libertad (azul) y la fraternidad (rojo), valores que también aparecen en la película y que como tales logran un nexo trilógico. Narración consistente, se incardinan adecuadamente el simbolismo, los silencios, la música. Excelente interpretación de Bielawski y de Delpy, para quien esto suscribe es la mejor de la trilogía.