"Heat" se basa en la personalidad y grandeza de su poderoso dúo de intértpretes. Por ellos y para ellos construye Mann (autor de la penosa "El último mohicano") la película y engorda hasta la nausea la línea maestra y muy interesante de su argumento: la persecución de un policía (Pacino) a un gángster (De Niro), ambos con problemas sentimentales. Mann paraleliza la acción (una secuencia de uno, una del otro) y consigue dos momentos brillantes: precisamente cuando Pacino y De Niro están cara a cara. Primero en el restaurante dónde ambos ponen las cartas sobre la mesa e inician un juego mortal, honesto, terrible. Finalmente, en la última y gran secuencia de la película, síntesis de lo que esta obra pudo ser y no fue (spoiler).
Porque realmente "Heat" es un thriller muy mediocre, de guión catastrófico, una nadería de puesta en escena, una película que se desparrama en un argumento tópico y típico del abominable thriller tecnificado americano, que un magistral De Niro y un notable Pacino salvan de un majestuoso naufragio. Con ambos, cualquiera logra aunque sea sólo dos momentos memorables.